Esta tarde la rubia estaba en baile y maridísimo en un duelo cuerpo a cuerpo contra el marketing, así que nos quedamos solos el ojazos y yo. Y vale que al ojazos le das un balón y lo tienes entretenido durante horas, pero de tanto en tanto hay que vencer la pereza e intentar llenar un poco esa cabecita loca que tiene. Así que me acordé de un pequeño museo que a veces veo al pasar por la Piazza del Popolo y hasta allí que nos acercamos. Se trata del Museo de Leonardo Da Vinci.
Para ser sincera os diré que el museo se aprovecha del lugar donde está, sobre todo porque es carísimo (10 euros) por tres simples salas llenas de reproducciones: de sus máquinas, de sus diarios y de sus cuadros. Sin embargo, para atender completamente a la verdad, también debo decir que al ojazos le ha encantado, porque podía subirse y probar todas las máquinas y ver algún que otro vídeo interesante en el que ha descubierto muchas cosas sobre “La última cena” y también sobre “l’uomo vitruviano”…vamos que cuando hemos vuelto a casa me ha hecho medirle de pies a cabeza para ver si encajaba con esas proporciones tan justas y perfectas :P. ¡Así que doy por bien empleado el tiempo y el dinero!.
Imagino que perfecto…..como todos los Dominguez!!!!!!!…..bss
Más quisieran ellos 😛
Es lo que tiene Roma, los museos son caros y otras cosas no digamos. Menos mal que fuisteis solo dos. El precio de la cultura!!!!
Admitámoslo…es caro desasnarse!!