Entre las grandes ventajas de correr la maratón está el hecho de que te regalan una tarjeta para visitar gratis los museos romanos…¡desde luego si por algo merece la pena correr los más de 42 kilómetros es por la tarjeta y la camiseta conmemorativa!. De la medalla y el diploma ya ni hablamos. Ahora ya en serio, fuera de bromas, hoy me fui a pasar la tarde al Palazzo Corsini, en el Trastevere, para aprovechar la tarjetita de marras. Curiosamente nunca me había fijado en el edificio, que está enfrente de la Farnesina, pero la verdad es que es precioso. Si queréis (y si no también) os cuento que la historia de este palacio comenzó en el año 1511 cuando el cardenal Raffaele Riario lo mandó construir, aunque ese primer edificio fue remodelado ya en el S.XVII por orden de la reina Cristina de Suecia que, tras convertirse al catolicismo, utilizó este palacio como vivienda tras trasladarse a vivir a Roma. De hecho en una de las salas puede leerse que esta reina sueca murió allí. Y fue ella precisamente la que comenzó a llenar el palacio de obras de arte, aficionada como era al tema. Ya en el S.XVIII Lorenzo Corsini se convirtió en el Papa Clemente XII y, para estar a la altura de sus nuevas circunstancias y, siendo florentino como era, decidió comprar el palacio para convertirlo en su residencia. Y vuelta a renovarlo todo. Los Corsini utilizaron el palacio hasta 1883 cuando lo vendieron al Reino de Italia, donando además la colección de arte que había dentro y que constituyó la primera Galería Nacional Italiana. Hoy en día pueden verse cantidad de cuadros, algunos de autores más que reconocidos como Murillo, Rubens o Caravaggio. Pero además hay otros cuadros, tal vez menos conocidos, pero que como tengo el día un poco combativo, voy a compartir también con vosotros, sobre todo para reivindicar el derecho a amamantar cuando y donde la necesidad apremie, y sino…¡mirad la ternura que desprenden estos cuadros de Virgenes lactantes!.