Y es que hoy hemos ido a nuestro primer museo en Roma. Bueno, vale, admito vuestra cara de interrogación, pero no es tan raro…alguna vez he ido a alguno, que lo sepáis…Pero en este caso tenéis razón, porque se trata del Museo dei bambini. Está en pleno centro de Roma, en vía Flaminia, y es algo así como el Micrópolis de Madrid. Un espacio cubierto, (muy adecuado para estos días en los que hace calor, pero de repente llega una nube y lo inunda todo de oscuridad y agua) donde los niños puedes aprender ciencia, lengua y jugar a ser mayores (¡¡vaya ganas!!). He aquí una recomendación para los que vienen a Roma acompañados por los más pequeños. Mis niños se lo han pasado genial.

Y reconozco que yo también, pues me he puesto el casco de bombero y me he subido en el camión, he recogido zanahorias y coliflores, me he metido en un iglú, he hecho estrellas con cristales de colores, le he puesto las aristas a una esfera…en fin, que he sacado a pasear a la niña que llevo dentro y ha sido divertido. Creo que también de vez en cuando hacen actuaciones, celebran cumpleaños y cosas así más extraordinarias. No es para ir todos los fines de semana, pero me ha gustado.

Y para aquellos que se aburren con mis relatos de costumbrismo romano o de pseudo-guía turística…mañana os daré de lo que os gusta, pendejos, y le pondremos a esto un toquecito de “Garras de astracán”, (“Aquí hay tomate”, para los que prefieran a Jorge Javier Vázquez a Terenci Moix…¡¡que hay que tener valor!!). Pero mañana será mañana y entonces os enteraréis.
Aunque, por muy jugoso que sea lo de mañana, no tendrá parangón con lo de hoy, ni será para mí tan importante como el corazón (el de la foto de galletas y chocolate) de mi rubia de seis años.

A la rubia mil besos!!! Y la madre ya es una auténtica Romana! Besos
La rubia se acuerda mucho de vosotros (y los demás también).