Teníamos hoy previsto ir a una playa maravillosa que se encuentra entre Roma y Nápoles, sin embargo, esa primavera que nos ha tenido alterados toda la semana con temperaturas más que altas para estas fechas, se ha dado una tregua y se ha ido de vacaciones. Así que el día se ha levantado más bien gris. Aún así, hemos decidido salir de Roma y caminar hacia el sur, hasta encontrar algún lugar que nos convenciera. Después de parar en Torvaianica, (uno de los lugares más feos que recuerdo haber visto en toda mi vida), encontramos esta playa desierta, entre Lido dei Pini y Anzio, cerca de un inmenso campo verde, lleno de bosque de pinos.
Y allí nos hemos quedado. No era un lugar idílico, pero lo suficiente para pasar un rato. Y es que, a pesar de que esto también es el Mediterráneo, el mismo en el que yo nací, en realidad no tiene nada que ver con lo nuestro. Y mira que nosotros hemos maltratado nuestra costa, sin embargo aquí es incluso peor, no tanto por la construcción indiscriminada, como por la anarquía de la misma, por la falta de infraestructuras, por la suciedad…y es que la privatización de las playas creo que no dejará nunca de sorprenderme.
En todo caso, allá hemos estado un buen rato, jugando y paseando, luego patinando y montando en bici por las calles aledañas, hasta que hemos terminado comiendo en el único restaurante de la zona, donde me he comido un risotto con gambas muy rico y después…

Jolin con el único restaurante….tiene muy buena pinta!
Estaba todo muy rico. Era el primer día que abrían, pues sólo abren en temporada, de marzo a octubre.