Porque, aunque aún estamos en el centro del país, para mí es lo más al sur de Italia que he estado hasta el momento. Y es que acabamos de aterrizar, como quien dice, en Gaeta, un pequeño pueblo entre Roma y Nápoles, famoso por la gran belleza de sus costas. Pero, aunque todo apunta bien, y las vistas desde las alturas del pueblecillo iluminado eran preciosas, la verdad es que aún no os puedo contar mucho, pues cuando hemos llegado ya había anochecido (aquí se pone el sol sobre las ocho) y lo único relevante que hemos hecho ha sido comer y comer…

…entre las mil y una exquisiteces que nos han sacado en el restaurante (es que íbamos recomendados), nos han llamado la atención las farinate de ceci, que son una especie de masa de garbanzo fritas, que se comen aderezadas con perejil, pimienta negra y limón, y que tienen una textura suave y un sabor muy especial.

También famosas son en todo el país las olivas gaetanas, en concreto éstas que hemos probado hoy iban acompañadas de guindilla con lo que, para mí, que cada día tengo el paladar más delicadito, me han parecido demasiado picantes, pero en todo caso sí que estaban ricas.
Y poco más por el momento, que se me cierran los ojitos…mañana más.