Van cayendo las hojas del calendario y seguimos con más despedidas. Por la mañana de Villa Ada (uno de nuestros tres parques, junto a Villa Glori y Villa Borghese) y del barrio, probando cosas nuevas hasta el último día, en este caso, comiendo en el restaurante La Pariolina, una Caponata, que no es otra cosa que un pisto siciliano, al que además de berenjena, calabacín, cebolla y tomate, le añaden alcaparras y aceitunas, con lo que sabe mucho más intenso. ¡Está buenísmo!
Por la tarde, en casa de la familia hispano-francesa de una amiga de la rubia, entre Prati y Monte Mario (al noroeste de la ciudad). De regreso a casa, finiquitando las maletas, me he preguntado si la vuelta a Roma después de las vacaciones, ahora que hay cosas (y personas) esperándonos aquí, será más fácil o más difícil…