Hoy hace ocho años que nació la rubia. Y como decía Serrat uno se embarca en esto de ser padre sin conocer el oficio y, muchas veces también, sin una especial vocación; así que tengo que mirar con disgusto, más veces de las que me gustaría, a esa madre quejica y exigente que de vez en cuando se asoma por el espejo. Y pese a todo, la rubia, por el momento y con sus cosillas, no nos está saliendo tan mal. Pero no voy a seguir, porque ya sé que esto de hablar bien de los propios hijos parece que está muy mal visto en nuestra cultura. Así que os dejo mejor con algunos de los rincones de Roma que hoy recorrí para prepararle una jornada especial a la rubia: aquí tenéis las escaleras de la Piazza de Spagna cerradas por primera vez al público (no sé el motivo, ni tuve tiempo de preguntar) y con la vista del Panteón desde una esquina de la Iglesia de Santa María Sopra Minerva. Un agradable día de otoño hoy en Roma.