Y no, no hablo de llevar a cabo algo, ni de lanzarse a lo loco en los brazos de Eros, me refiero más bien a los problemas de esta española con la lengua italiana. Y es que a veces los dos idiomas son tan similares que uno termina pensando que con cambiar la entonación basta y, pese a que hay bastante margen de acierto, también es verdad que muchas veces terminas fallando. Y después de confundir la consumación con la consumición (¡vaya error!), me percaté de que, aunque es parecido, no es exactamente lo mismo irse de tapas y cañas por Lavapiés, que tomarse el aperitivo en el Pigneto. ¡¡Aunque lo consumamos todo!! 😛