Mucho mejor la jornada de hoy: más soleada, más intensa y más interesante, pues hemos visitado los dos pueblos más bonitos que he visto por esta zona hasta ahora. Primero Ravello, la ciudad de la música, que desde lo alto de la montaña tiene las vistas más impresionantes de toda la costa amalfitana. Y digo ciudad de la música porque tiene un auditorio diseñado por Oscar Niemeyer donde todos los veranos celebran un importante festival. Pero no sólo de música vive Ravello – o tal vez sí – llena de villas, entre ellas dos visitables e inolvidables, Villa Cimbrone – me faltan palabras para describir sus vistas privilegiadas desde su estratégica posición entre el mar y la montaña, sus estatuas, sus caminos – y Villa Rufolo – famosa por sus conciertos, por sus flores y también porque allí llegó Wagner para enamorarse del lugar, como no podía ser menos.
Y después fuimos hasta Positano, a solo 23 kilómetros, pero casi una hora de camino – ya os dije que las carreteras rozaban el camino de cabras. Pero el viaje ha merecido cada minuto, porque Positano también está en una montaña de difícil acceso, con un laberinto de escaleras y calles pintorescas, llenas de pequeños comercios artesanos que conducían hasta una playa más turística si queréis, o más cómoda, con chiringuitos, restaurantes y sombrillas de colores. Y allí hemos estado unas cuatro horas deleitándonos con las casas que se nos caían sobre la cabeza y con la inmensidad del salado Mediterráneo extendiéndose delante de nuestros ojos. ¡Muy agradable!
ayyyyy…..Positanooooo…me encantó en la peli Bajo el sol de la Toscana, que si,que la peli es un poco ñoña,pero es que yo soy un poco moñas y las vistas de la peli me encantan y ya los lugareños ni te cuento…jjjj
No sabía que salía en esa peli, porque Positano está bastante lejos de la Toscana…pero si, ¡¡es precioso!!