Sant’Agata tiene algo fantástico…sus vistas. Desde lo alto de una zona llamada El Desierto, y más concretamente desde un convento carmelita que también tiene un mirador, se puede ver a la vez el golfo de Nápoles (con el Vesubio presidiendo), el Golfo de Salerno y la isla de Capri. Hoy, desgraciadamente, las nubes estaban algo bajas y en las fotos no se aprecia muy bien.
Desde allí nos fuimos hasta Nerano, un pueblecillo en lo alto de una montaña que luego baja hasta una playita pequeña y coqueta, llena de pedrolos (como dicen los bambini) pero con el agua más cristalina que hayamos visto hasta ahora en Italia. Un lugar con encanto, con pocos turistas y lleno además de sendas que unen el mar con la montaña.Precisamente caminando por uno de esos senderos terminamos descubriendo otra playita más pequeña y menos mágica, pero con unas vistas maravillosas de las islas de Scruopolo. Por cierto, este lugar fantástico donde hemos pasado el día se llama Marina del Cantone.